lunes, 11 de julio de 2011

El trastorno de la ansiedad

“Un vacío y miedo inexplicable, algo que te quita el placer de vivir”, así describe el ataque de pánico Valeria de 31 años quien sufrió este trastorno de la ansiedad tres años atrás. Para miles de mujeres en el mundo la ansiedad es parte del día a día. Pero, ¿qué es la ansiedad? Difícil de describir para muchas, puede presentarse de distintas maneras, desde un temor acechador o vértigo a una constante preocupación o una sensación de pérdida de control o ganas de huir.

El trastorno de la ansiedad, definido como una preocupación, angustia o miedo persistente y no realista, pasa desapercibido con frecuencia, a pesar de que, irónicamente, pone en riesgo la calidad de vida de quien la padece. Y es que las mujeres con ansiedad no buscan ayuda, incluso si están al borde del abismo. Si eres saludable y te resfrías, por ejemplo, por los síntomas físicos que se presentan sabes que estás enferma. Sin embargo, si sufres ansiedad desde hace un tiempo crees que es “normal”, pues no te sientes “físicamente enferma”. Se estima que más de 20 por ciento de la población mundial sufre algún trastorno de la ansiedad y no lo sabe. Esta condición es seria y trae consecuencias graves si no es tratada por un especialista. La buena noticia es que existen efectivos tratamientos y maneras de prevenirla… Toda mujer merece vivir una vida libre de miedo y angustia.

Una condición moderna y silenciosa

La ansiedad tiene una función importante relacionada con la supervivencia; junto al miedo, la ira, la tristeza y la felicidad, es una emoción humana natural que todos experimentamos en algún momento y que nos ayuda a reconocer un problema real y solucionarlo, ya que activa el organismo ante una situación de amenaza o peligro. Por ejemplo, nos sentimos ansiosas o nerviosas cuando tenemos un problema en el trabajo, con la llegada de un bebé o cuando tomamos una decisión importante. Sin embargo, los desordenes de la ansiedad son diferentes, pues interfieren de manera negativa con nuestra vida cotidiana. Para las personas con este problema, el miedo, la angustia y la preocupación son sensaciones persistentes que resultan abrumadoras.

Hay distintos tipos de trastornos de la ansiedad, entre ellos el trastorno de la ansiedad generalizada, las fobias específicas, la fobia social, el trastorno por estrés postraumático, la agorafobia, el trastorno de pánico o el trastorno obsesivo-compulsivo. En el caso del trastorno de la ansiedad patológica, quien la sufre vive con una sensación difusa de angustia o miedo y deseo de huir, sin identificar claramente el peligro o la causa de este sentimiento. Ésta patología es resultado de problemas diversos que enfrenta la persona en su vida cotidiana, y sobre todo de sus ideas interiorizadas acerca de sus problemas.

La ansiedad se puede manifestar de tres formas diferentes a través de síntomas fisiológicos, cognitivos y conductuales. “La esfera fisiológica tiene que ver con lo orgánico y cómo se siente la persona físicamente. A nivel afectivo la persona tiene miedo y a nivel cognitivo experimenta una sensación de vulnerabilidad y desamparo”, explica el Dr. Franz Siles, médico psiquiatra y psicoanalista de la clínica Los Olivos.

Sin embargo, los síntomas pueden variar de una persona a otra; hay quienes experimentan hiperactividad, taquicardia, dificultad para respirar o sensación de ahogo, sensación de pérdida de control o conocimiento, transpiración, rigidez, debilidad muscular, insomnio... El experto explica que hay una sensación de alerta química, “sensaciones que se pueden entender por la preparación a la huida. La persona que está muy ansiosa tiene ganas de “salir corriendo” o escapar”, dice.

Ataque de pánico

“Quieres escaparte, quieres dejar de sentir… pero no sabes por qué o qué hacer”, admite Valeria, quien experimentó ataques de pánico en tres ocasiones. Y es que el miedo a perder el control y el temor intenso son característicos del ataque de pánico.

“El ataque de pánico es el epilogo o la extrema ansiedad que se ha llevado por mucho tiempo sin ser tratada o resuelta por la persona. En algunos casos, puede que una crisis mayor en la vida de la persona desemboque un ataque de pánico. La persona se siente “sin salida” a las angustias y problemas. Y, como todo ser vivo, cuando uno se siente acorralado o amenazado, quiere escapar. Ese es el síntoma principal del ataque de pánico”, explica Siles.

Valeria expresa que “no existe peor sensación que esa. No sabes a qué le tienes miedo... pero está ahí y no se va. A pesar de que el episodio dura diez minutos o menos, parecen horas… es eterno”.
El ataque de pánico se caracteriza por la aparición súbita de síntomas como palpitaciones aceleradas, ahogo o dificultad para respirar, sudoración, opresión en el pecho, sensación de atragantarse, mareo, náuseas, hormigueo, escalofríos, sensación de irrealidad, etc.

Sin embargo, más allá del ataque per se, subsiste la continua preocupación de que en cualquier momento se vaya a presentar otro episodio. Este miedo a los ataques hace que la persona evite lugares o situaciones en los que ocurrió o donde cree que podría ocurrir, lo que se conoce como trastorno de pánico.

“Afortunadamente, el ataque de pánico no es tan frecuente. Incluso hay quienes viven ansiosas toda la vida y nunca llegan a este punto máximo”, aclara el especialista.

Frente a la ansiedad

“Es interesante ver cómo mujeres y hombres manifiestan la ansiedad de manera distinta; aunque internamente ambos sienten un miedo intenso, desamparo o indefensión, a nivel externo la manifestación es distinta”, explica Siles. La mujer suele tener problemas respiratorios mientras que el hombre presentar problemas gastrointestinales. En cuanto a la conducta ante la ansiedad, las reacciones son contrarias.

El psiquiatra explica que ante el miedo, la amenaza o la angustia, el hombre se escapa o pelea (una reacción psicológica ante el estrés conocida en inglés como “fight or flight”), mientras que la mujer busca cuidar de los hijos, formar lazos íntimos o un soporte social, (reacción psicológica conocida como “tend and befriend”). “La mujer adopta una estrategia más pasiva ante la ansiedad”, aclara.

¿La razón de este comportamiento femenino? Existen bases evolutivas, pues la mujer siempre ha sido responsable por el cuidado de los niños e investigaciones afirman que buscamos compañía en momentos de estrés, mientras que los hombres responden al estrés con agresión o alejamiento social.

Asimismo, se ha demostrado que el aumento de progesterona en la mujer, hormona femenina que actúa sobre centros en el cerebro relacionados con el receptor que quita la ansiedad, nos hace menos propensas a ella. Es decir, “el mismo cerebro genera disminución de la ansiedad cuando hay más progesterona”, afirma Siles.

“Se sabe también que cuando uno tiene un contacto afectivo de complicidad, o cuando cuenta un chisme, por ejemplo, se genera más progesterona, lo que resulta relajante. Es curioso, pero existe una lógica”, explica el especialista. Y es que el contacto real y afectivo genera situaciones químicas que tranquilizan. Sin embargo, este ejemplo de la progesterona es paradójico. “La progesterona es cíclica, durante el embarazo o la lactancia aumentan sus niveles, lo que es una especie de escudo contra la ansiedad para la mujer. Pero si hay un desarreglo hormonal en ese circuito, la mujer podría ser más vulnerable, en algunos casos”.

Investigaciones realizadas por la Organización Mundial de la Salud indican que las mujeres, a diferencia de los hombres, son más propensas a padecer trastornos mentales, de comportamiento y sociales. Los más comunes son la ansiedad, la depresión, las secuelas de la violencia doméstica y sexual, y el consumo de drogas y alcohol, condiciones que aumentan vertiginosamente. Según el Dr. Ronald Jiménez Franco, Director del Centro de Salud Mental de Santa Cruz, las mujeres somos propensas a padecer problemas mentales “debido a la diversas responsabilidades que asumen en los roles de esposas, madres y trabajadoras, entre otras funciones”. Jiménez precisa que los factores psicosociales no son la única amenaza. “Los factores biológicos, como cambios hormonales durante la pubertad, el embarazo, el puerperio y el climaterio también afectan”.

Tratamientos

Ante cualquier síntoma consulta a tu médico general y no olvides explicarle todo lo que sientes de manera detallada. Hoy tenemos más herramientas a nuestra disposición, es parte de la cultura en la que vivimos, y podemos hablar sobre la ansiedad sin sentirnos juzgadas.

El Dr. Siles dice que se debe identificar la ansiedad y abordar el origen del problema a través de la psicoterapia, y que en caso de que exista una angustia instalada “se utilizan medicamentos adecuados”. “Si bien hay medicamentos para la angustia, como los ansiolíticos, éstos deben ser prescritos por un médico especialista, pues existe riesgo de adicción. Si se lo maneja sin un control exhaustivo ni recomendaciones, (cuanto tiempo tomar, como dejar de tomar…) puede ser un problema”, asegura para añadir que actualmente en la psiquiatría es mejor tratar la ansiedad con antidepresivos, pues no generan adicción, a diferencia de los ansiolíticos.

Ejercicio, tu mejor antídoto

Junto a los medicamentos y la psicoterapia, el ejercicio es fundamental para el tratamiento de la ansiedad y la depresión; últimas investigaciones demuestran de manera irrefutable la relación entre el ejercicio y la buena salud mental. La actividad física no solo alivia la angustia contenida, pero enseña al cerebro a “reconocer” y ser resistente a la ansiedad. Y es que la actividad física involucra ciertas respuestas físicas, similares a las que despierta el estrés mental; el corazón late más rápido y la presión sanguínea se eleva. Con el tiempo, el ejercicio entrena al cuerpo a manejar esos cambios para que así, cuando la ansiedad llegue, el cuerpo sepa cómo “lidiar” con ello. Asimismo, el ejercicio mejora los síntomas de la ansiedad. Ejercítate 30 minutos, mínimo tres días a la semana. Sin embargo, Siles indica que el tipo de ejercicio influye. “Tienen un mayor porcentaje de efectividad los ejercicios que requieren esfuerzo o trabajan el tren inferior. Cuando se realiza esta actividad dos veces por semana durante seis semanas, la persona maneja mejor la ansiedad”. “El ejercicio tiene un efecto sobre el propio organismo y el cerebro. En un tratamiento serio se debe recomendar la actividad física”, enfatiza el experto.

Tu estilo de vida puede llevar a la ansiedad. Entérate por qué!


El especialista afirma que existe un aumento de la ansiedad en las últimas décadas. Y es que el mundo actual nos vuelve más propensos a la ansiedad pues “existen más exigencias a nivel material y de la vida en general”, comenta Siles. Por un lado, hay un sentido que el mundo es más inseguro, lo que crea ansiedad; hoy las mujeres se preocupan sobre peligros ambientales, inseguridad laboral, problemas de dinero, divorcio, seguridad social…


“Vivimos en un mundo más rápido, más exigente, más inseguro y más amenazante. Antes era más tranquilo, la sociedad tenía otras pautas de organización y uno tenía ciertos apoyos, como la familia, el apellido, el estatus… Sin embargo, hoy la vida es más independiente, lo que es positivo y tiene muchas ventajas, pero a su vez es una amenaza”, indica Siles.


No estamos sugiriendo que antes no existían preocupaciones, pero la sociedad ha cambiado, la vida moderna es más rápida, más estresante. Los cambios tecnológicos, sociales y culturales que se dieron en los últimos 70 años, pueden resultar abrumadores para la evolución biológica del ser humano. Por otro lado, hoy los valores son más extrínsecos; nuestro mundo gira alrededor del dinero, lo material, el estatus… nos alejamos de los valores intrínsecos, como la calidad del tiempo libre y las relaciones cercanas y afectivas, que antes predominaban.


Hoy queremos tenerlo todo y las mujeres actuales son víctimas de un mensaje: “puedes ser lo que quieras, tener el cuerpo perfecto, la familia que siempre quisiste y ganar mucho dinero”… Pero la realidad es otra; las cosas no son tan simples como “las pintan”. Asimismo, existe un profundo miedo al fracaso, pues hoy las expectativas son más altas. Y no olvidemos que a uno le falta horas para poder hacer todo lo que tiene que hacer; no hay fronteras entre el trabajo, los quehaceres y la vida personal.

Mujer alfa, ¿eres una de ellas?

La mujer alfa es la que camina por los pasillos del supermercado, perfecta e impecable, enfundada en tacones, siempre con el celular en la mano (pendiente de lo que pasa en el trabajo). Por la noche deleita a su familia con una deliciosa cena y tiene a la pareja “complacida”. Al terminar el día cae rendida. Parece que controla todo y está obsesionada con ello.

“En una lógica de la evolución y civilización, la mujer hoy está expuesta a otro tipo de presiones y de exigencias culturales”, dice Siles. Y es que debe tener la casa perfecta, cuidar de los hijos, lucir bien, ser una excelente trabajadora, llevar bien la vida familiar, los hijos, etc. “Actualmente hay una exigencia de que la mujer sea prácticamente la mujer maravilla, que tenga que hacer todo. A pesar que la mujer trabaja, es la que se hace cargo de la casa”.

Estas mujeres alfa buscan seguridad, control total y poder de decisión en la casa y la oficina, lo que tiene un costo alto sobre su salud física y mental, pues terminan desgastadas física y emocionalmente.

Según un estudio de la Universidad de York las personas exitosas son más propensas a problemas emocionales y físicos. Mujeres con este empuje a hacerlo todo, experimentan irritabilidad, problemas de sueño, fatiga, dolores persistentes y sistemas inmunes comprometidos. De hecho, estudios revelan que el estrés crónico puede acortar la vida de una persona en 25 por ciento.

Pero, ¿qué nos hace mujeres “alfa”?


Aunque la vida moderna nos exige más, también hay otras razones mucho más profundas, desde genéticas a psicológicas.


“Si bien existe una predisposición genética a la ansiedad, el tipo de personalidad está en función a los aprendizajes o experiencias que la persona haya tenido. Hay personas que han tenido un aprendizaje mucho más exigente, en cuanto a lo que debe hacer, decir o incluso pensar. Cuando estas exigencias van muy en contra de lo natural, hay angustia. Cabe resaltar que las exigencias y aspiraciones son muy buenas, pero hay que canalizarlas en los escenarios adecuados y con cierto margen. Si no hay esa tolerancia y la persona es muy rígida, las exigencias pueden ser fuente de ansiedad”, explica Siles.

Cuida a tu pareja

No está mal la estabilidad y el orden en la casa. Está mal desesperarte por controlar todo. Hay mujeres que simplemente no delegan tareas a su pareja, pues sienten que tienen que “entrenarlo” para lo que haga “bien” o a “su manera”; tener el control de lo que hace y cómo lo hace. Muchas piensan que si no hacen las cosas ellas mismas, las cosas no se harán como “deben ser hechas”; no creen que él lo hará bien, ya sea con la lavandería, la cena o llevando al hijo al doctor…


Las mujeres desarrollamos ciertos “estándares” respeto del cuidado de los hijos y el hogar y los adquirimos a través de nuestras madres o los comerciales de televisión. Pero ellos no tienen esos “estándares” y tampoco debemos esperar que los tengan. Deja que él haga las cosas a su manera. Suelta la cuerda y delega! Y recuerda que no sólo es un problema de salud; tu matrimonio puede verse afectado. Una mujer piensa que, a diferencia de sus hijos o trabajo, su pareja no necesita su atención, pero no podría estar más equivocada. No te alejes de él, compartan una copa de vino al finalizar el día y disfruten haciendo la limpieza, las compras o las cosas de la casa juntos.


Víctimas de la tecnología


En la actualidad sentimos que siempre tenemos que estar “on” y que podemos ser contactadas en todo momento; nuestro correo, celular, iPhone, Blackberry, sea lo que fuere, siempre está sonando. Por otro lado, estas herramientas, junto al Internet y el Facebook, nos exponen más.


“Existe una presión social y si es manejada de la manera incorrecta, puede resultar amenazante, incluso medio controlador, lo que puede generar angustia en personas vulnerables. Lo curioso es que este fenómeno a la inversa también genera ansiedad; las personas que por algún motivo no contestan sus llamadas o no están conectados se sienten presionadas socialmente para estar a la altura o estar “allí”, lo que también puede generar ansiedad”, explica Siles.


Los networks sociales, según los expertos, son problemáticos, ya que la conexión virtual con un amigo no se compara con la interacción real, física, personal.


Somos muchas las personas que, a pesar de estar “chateando” constantemente con nuestros amigos y contactos, nos perdemos la verdadera conexión e interacción humana, ese contacto que, según estudios, nos protege de problemas mentales. /

Pilates y Yoga CONTRA ataques de pánico

Si ya has sufrido un ataque de pánico, estoy segura de que no deseas que esa experiencia vuelva a repetirse. Existen varias técnicas y métodos naturales con los que puedes trabajar para aliviar esos ataques, ya sea de manera preventiva o durante el episodio propiamente dicho.

A Con la mente. Sabemos que las causas subyacentes de los ataques de pánico son psicológicas, y aunque varios de los tips para aliviar este desorden involucran ejercicios y técnicas de respiración, también son muy buenos los ejercicios para la mente: Cuando sientes que un ataque está por aproximarse, cierra los ojos e intenta recitar el abecedario al revés. Al concentrarnos en el abecedario dejamos a un lado todo lo asociado al miedo y a la ansiedad y, al recitarlo al revés, enfocamos toda nuestra atención en logar algo nuevo.

B Con el pilates. El ejercicio físico, cual quiera sea el de tu elección, es lo mejor para mantener el cuerpo y la mente saludables; tanto el ejercicio vigoroso (cardio) como el sin impacto (pilates y yoga) ayudan a oxigenar tu cuerpo. Además que, con el simple hecho de tomarte unos minutos para ti misma, logras hacer maravillas por tu cuerpo y tu mente.

C Respiración. La respiración es fundamental para controlar los ataques de pánico. La respiración lateral o diafragmática es la más recomendada en estos casos, y es la misma que se utiliza en Pilates: Cierra los ojos para concentrarte únicamente en tu respiración. Inhala lenta y profundamente por la nariz; siente como tu diafragma se eleva en tu caja torácica dejando que el abdomen se expanda ligeramente y que las costillas se amplíen hacia los costados. Exhala suavemente por la boca dejando que las costillas se contraigan nuevamente y el abdomen se contraiga. Cada inhalación/exhalación debería durar un promedio de seis segundos, pero intenta que tu exhalación dure más y sea más profunda. Respira un total de 5 a 10 veces. De la misma manera, intenta tomarte cinco minutos diarios para alongar tu cuerpo: Cada vez que los músculos se alargan, alivias tensión acumulada. Casi instantáneamente te sentirás más tranquila y más relajada debido al aumento de la circulación sanguínea.

D Con el yoga. En los ataques de pánico se produce un cambio energético que modifica todo el funcionamiento del organismo. El yoga trabaja sobre los chakras, que son centros de energía localizados en determinadas partes del cuerpo. Trabajando sobre esos centros, lo que hacemos es armonizar la zona y permitir que la energía interna circule, fluya. Una de las poses ideales para prevenir un ataque de ansiedad es la postura del árbol: ésta mejora el balance, la concentración y la postura general. Comienza de pie, levanta la rodilla izquierda y pon la planta de tu pie izquierdo en el interior de tu muslo derecho. Exhala cuando hagas esto. Alza los brazos y extiéndelos a un nivel horizontal, con ambas palmas apuntando hacia abajo. Inhala y cierra las palmas al mismo tiempo en frente de tu pecho (posición de rezar). Finalmente exhala y levanta tus palmas cerradas arriba de tu cabeza. Concéntrate en la respiración a través del estomago y conserva esta posición.

No hay comentarios:

Publicar un comentario